La cebra esperaba bajo la entreabierta palma donde curiosos hilos de luna se colaban rayándole de blanco el cuerpo en reposo.Aguardaba paciente y deseosa a que la luna bajara a la afable llanura para agradecerle con un beso la guapura de sus pintas.Una cálida noche, al verla reflejada en el rio, la cebra timidamente se acercó y así, teniéndolo frente a ella cerró los ojos y bebió de él.Generosa sintió que el amor cuando llega, apacigua esmeradamente a los que esperan,entonces todas las bicolores trazas de su cuerpo palpitaron de un alborozo que le hinchaba el cuerpo ,mientras jadeaba complacida y humilde al tiempo que el cristalino rio desaparecía en su anhelante boca.
miércoles, 14 de octubre de 2009
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