Sobre la hoja de papel pintaba un árbol de hojas lanceoladas, el mismo que su memoria custodiaba con celo y esmero; el que afectuoso la situaba tres decadas atrás. Era de madera pesada y maciza, a lo mejor era la mano de Dios.Ella quería abrazar su tronco,palpar su textura de nuevo. "...a quién taló ese árbol deberían sangrarle los dedos! "...Y es que el universo nos sorprende con sus ironías; ella ignoraba que como una broma o tal vez una parábola que el destino le regalaba,esa hoja sobre la que ahora ella coloreaba un árbol, venía de la mismísima celulosa del ébano de su infancia.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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Esta bellisimo Carlos.
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